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viernes, 26 de agosto de 2016

¿Nuevos alumnos? ¿Marginados?




¿Ayudando a los alumnos marginados? 



En la mayoría de grupos es común encontrar algunos alumnos marginados. Esta situación es tan habitual que incluso la consideramos normal y, en consecuencia, no hacemos nada por cambiarla. Sin embargo, las consecuencias para la persona afectada suelen ser importantes. De otro lado, para el resto del grupo supone una experiencia de la que pueden concluir aprendizajes educativamente cuestionables. 

Entendemos que cualquier escuela debe aspirar a ser inclusiva, es decir, a “ofrecer a todos los niños y niñas, sin distinción por razones de discapacidad, raza o cualquier otra diferencia, la oportunidad de continuar siendo miembros de la clase ordinaria y de aprender se sus compañeros y compañeras y junto a ellos, dentro del aula” 

Toda persona es digna de estima y reconocimiento, por difícil que pueda parecernos. Ser capaz de reconocer a cualquier persona, por distinta que sea, es un aprendizaje necesario para formar personas capaces de convivir en una cultura de paz. Para poder reconocer a los demás, debemos primero ser capaces de reconocernos a nosotros mismos. Dicho de otro modo, trabajar el autoconcepto y la autoestima es paralelo a trabajar la estima hacia los otros. Por eso mismo hace falta, además de actividades específicas que desarrollen la estima hacia uno mismo y los demás, trabajar la formación de grupo para garantizar un ambiente de conocimiento mutuo, confianza y cooperación, en el que chicos y chicas se sientan cómodos para mostrarse libremente y participar del colectivo, y donde se vean lo bastante reconocidos como para respetar las necesidades del grupo.

La tarea del profesorado, en estos casos, debe centrarse en descubrir los aspectos positivos de la persona marginada y organizar actividades dinámicas y metodologías que promuevan que ella y el resto del grupo las descubran y valoren.


jueves, 5 de mayo de 2016

Alumnos vulnerables

Alumnos vulnerables 

Intrínsecamente unido al concepto de exclusión, se encuentra el concepto de vulnerabilidad.


Son muchos los estudios que se han centrado en el efecto de «etiquetado» (labelling) tanto en el pensamiento y aprendizaje de los propios estudiantes así como en el pensamiento y práctica de los docentes. Es decir, cuando categorizamos pretendemos «crear diferencias», creyendo que la separación de grupos y la clasificación de categorías humanas pueden hacer más fácil nuestra práctica docente. Sin embargo, a veces no nos damos cuenta que no sólo categorizamos al niño sino también las expectativas de los profesores. Estas «necesidades educativas especiales» pueden llegar a ser «cadenas» metafóricamente hablando para los alumnos categorizados como tales.
Consecuentemente con estas etiquetas creamos de forma artificial diferentes tipos de estudiantes, les hacemos creer que ellos son diferentes y que por tanto su enseñanza también lo tiene que ser. Esta práctica ocasiona dos sistemas: uno de  «ganadores« y otro de «perdedores». A veces, la utilización de la etiqueta «necesidades educativas especiales» fomenta el análisis de las dificultades educativas fundamentalmente en términos de deficiencias y puede desviar la atención de otros aspectos del entorno que pueden ser causantes de las barreras al aprendizaje y la participación de los alumnos. Sin embargo,  el empleo del término «alumnos vulnerables» permite hacer referencia a todos los estudiantes vulnerables a las presiones de exclusión. Según Stubbs (2008), son muchos los grupos que pueden estar en riesgo de exclusión: niñas y mujeres, alumnos que viven en ámbitos rurales, alumnos con padres de trabajos temporeros, alumnos con enfermedad, alumnos con discapacidad, alumnos que viven en la calle, etc.

La exclusión educativa

LA EXCLUSIÓN EDUCATIVA O ESCOLAR





Actualmente, un proceso que afecta a millones de personas en todo el mundo, tanto en los países en vías de desarrollo como en las prósperas sociedades occidentales, es la exclusión social. 


La exclusión educativa, sea cual sea su origen –condiciones socio económicas, características raciales, capacidades de aprendizaje, etc.- ha coexistido a la par con la historia de la educación en nuestro país. Aun cuando hay cierta equidad en el sentido estricto del derecho –todos pueden participar, cualquiera puede tener acceso a la enseñanza básica-, en términos reales no existe tal justicia natural ya que las circunstancias o condiciones de los grupos sociales son diferentes, varían de un colectivo a otro.

Diversos estudios han demostrado que dos tipos de espacios como el urbano y el rural, por ejemplo, tienen modos distintos de organizar sus actividades socio-económicas, su vida y por ende, su sistema educativo, lo que repercute ya sea positiva o negativamente, según el caso, en la formación integral de los alumnos. En términos de los estudiantes procedentes del campo, frecuentemente enfrentan problemas varios de deserción, rezago y pérdida de identidad, entre otros, al momento de ingresar al sistema de educación superior, y eso si logran hacerlo.

En la educación superior, la inequidad es tan evidente que mientras en la población urbana de mediano ingreso, el 80% de los jóvenes tiene acceso a la educación superior, en la población rural sólo el 3% puede aspirar a ella, pero sólo el 1% ingresa a instituciones de educación superior y menos del 0.2% egresan y se titulan (ANUIES, 2002).

Así, esta exclusión educativa, se convierte en exclusión social, toda vez que los individuos son privados del acceso al sistema, y por ende, de la posibilidad de disfrutar de cierto

s bienes y recursos esenciales para vivir con dignidad o para aspirar a mejores condiciones de vida. Y viceversa: aquellos jóvenes que son excluidos de las posibilidades de participación social, suelen serlo también de la educación, ya que quienes carecen de una preparación profesional útil para la vida en común, difícilmente logran su inserción al mercado laboral; satisfacen pobremente las necesidades sociales y/o con mucho trabajo pueden alcanzar sus aspiraciones personales.

Hay que frenar esta problemática que azota tanto a países desarrollados como también a los que se encuentran en vía de desarrollo. Hay que combatir esta plaga de rechazo, discriminación, etc. ¡Contribuye a acabar con esta nefasta situación!
Que las diferencias entre personas, ya sea por raza, ideologías, etc, no te convierta en un Ser imposible de socializar.