¿Ayudando a los alumnos marginados?
En la mayoría de grupos es común encontrar algunos alumnos marginados. Esta situación es tan habitual que incluso la consideramos normal y, en consecuencia, no hacemos nada por cambiarla. Sin embargo, las consecuencias para la persona afectada suelen ser importantes. De otro lado, para el resto del grupo supone una experiencia de la que pueden concluir aprendizajes educativamente cuestionables.
Entendemos que cualquier escuela debe aspirar a ser inclusiva, es decir, a “ofrecer a todos los niños y niñas, sin distinción por razones de discapacidad, raza o cualquier otra diferencia, la oportunidad de continuar siendo miembros de la clase ordinaria y de aprender se sus compañeros y compañeras y junto a ellos, dentro del aula”
Toda persona es digna de estima y reconocimiento, por difícil que pueda parecernos. Ser capaz de reconocer a cualquier persona, por distinta que sea, es un aprendizaje necesario para formar personas capaces de convivir en una cultura de paz. Para poder reconocer a los demás, debemos primero ser capaces de reconocernos a nosotros mismos. Dicho de otro modo, trabajar el autoconcepto y la autoestima es paralelo a trabajar la estima hacia los otros. Por eso mismo hace falta, además de actividades específicas que desarrollen la estima hacia uno mismo y los demás, trabajar la formación de grupo para garantizar un ambiente de conocimiento mutuo, confianza y cooperación, en el que chicos y chicas se sientan cómodos para mostrarse libremente y participar del colectivo, y donde se vean lo bastante reconocidos como para respetar las necesidades del grupo.
La tarea del profesorado, en estos casos, debe centrarse en descubrir los aspectos positivos de la persona marginada y organizar actividades dinámicas y metodologías que promuevan que ella y el resto del grupo las descubran y valoren.